Félix abre los ojos despacio y se encuentra a sí mismo enredado en las sábanas y los brazos de Alex. Parpadea un par de veces para acostumbrarse a la rendija de luz que entra a través de la persiana y se da cuenta de que la noche fue realmente entretenida. No tiene la más mínima molestia, así que no debió de beber casi nada. Se relaja en los brazos de Alex. Es la mañana de después de salir de fiesta y no tiene resaca, nada puede ir mal. Cierra los ojos con toda la intención de dormir cinco minutitos más.
Un recuerdo le cosquillea en los labios y abre los ojos como platos cuando una imagen demasiado fantástica aparece en su mente.
—Alex, Alex —al ver que su amiga continúa dormida se deshace de su abrazo y la sacude el hombro —Alex, Alex despierta. Alex, por todos los dioses, dime que no he hecho nada.
La chica se remueve pero no termina de despertarse. Y a cada recuerdo de la noche pasada, la desesperación de Félix crece. El nudo en su garganta se aprieta y los latidos se aceleran, temiendo haberla cagado sin remedio. Cuando ya ha tomado la decisión no tan difícil de tirarla de la cama para que se despierte, Alex abre los ojos despacio.
—Dios Félix, creía que ibas a estar de mejor humor después de estar casi toda la noche comiéndole la boca a Joel —se queja frotándose los ojos.
Alex puede ver el momento exacto en el que Félix se da cuenta de que nada de eso ha pasado solo en su imaginación. El color se va de su rostro y se le queda un gesto desencajado.
—Creo que no es tan mala idea irme a vivir al punto más remoto de la Antártida —comenta con un hilo de voz.
—Vamos a desayunar y luego te planteas lo que quieras —le para Alex levantándose y desperezándose.
Félix la sigue hasta la cocina quejándose y montándose teorías a cada cual más absurda.
—Felix. Ya.
El chico se calla de golpe. Alex suspira.
—Primero. No creo que Joel ahora de repente te odie y no quiera volver a verte en lo que le resta de vida. Y segundo, cuéntame lo que ha pasado.
—Pues ha pasado que he besado a Joel y ni siquiera sé lo que él piensa al respecto.
—Drama queen se nace, no se hace —comenta impasible Alex.
—Alex —gimotea Félix. Se tapa los ojos con las manos y apoya la cabeza en la mesa, regodeándose en su miseria. —Dioses, debí haber bebido más y así podría acusar al alcohol de haberme lanzado contra él. Y luego decir que no me acuerdo de nada, todo culpa del alcohol —se incorpora de golpe y se deja caer contra el respaldo, despatarrándose en la silla.
—El drama viene en botes pequeños eh —comenta Alex riéndose.
Félix la saca la lengua y hace una pedorreta.
—Félix —le llama para que deje de murmurar—, Joel parecía demasiado a gusto devolviéndote el beso como para pensar siquiera que había alguna posibilidad de que no quisiera. Y si sigues dudando, aplícate lo que me dijiste a mí.
—¿¡Preguntarle?! —exclama escandalizado. —¿Y qué le digo? ¿Oye, te moló liarte conmigo el otro día? Porque dice mi amiga que me comías la boca con mucho gusto —contesta sarcástico. —O mejor, “hey, ya que te gustó tanto liarte conmigo podríamos salir juntos, aprovechando que llevo loco por tí como tres años y eso” —continúa como si estuviera imitándose.
—Para ya —la voz de Alex se torna dura. —No hagas eso. No necesitas defenderte de nada. Ni yo ni él somos una amenaza y lo sabes.
Félix frunce los labios, frustrado. Sabe que no es justo que esté pagando su error con Alex. Que ella solo estaba intentando ayudar. Y que tiene razón en que debería hablar con su amigo. Si es que él quiere seguir siéndolo.
—Voy a lavarme la cara —murmura levantándose y huyendo hacia el baño.
Joel se levanta de la cama y, al ver que Luna no está, va al salón y se desploma sobre el sofá. El desayuno lo encuentra sobre la mesita ratonera en frente de la tele encendida, donde Luna está viendo, o analizando, Joel no lo sabe muy bien, una serie. Está hecha una bolita en uno de los sillones, mordisqueando una rebanada de pan tostado con mantequilla. Se desenreda lo suficiente como para alcanzar el mando y para el capítulo. Luego se vuelve hacia él.
—Te veo muy mal para lo poco que bebiste anoche.
—Ugh —se queja—, fue demasiado bueno para ser verdad.
—Desde luego parecía que te lo estabas pasando realmente bien —comenta Luna mordisqueando ahora los bordes de una galleta de chocolate para luego comerse casi de un bocado el resto de la galleta.
—¡Que me lancé contra él, Luna! —exclama incorporándose de un brinco.
La chica casi se atraganta por el susto.
—¿¡No te podrías haber esperado a que me tragase la galleta!? —chilla cuando traga y consigue dejar de toser.
—Luna… —Joel la agarra del brazo haciendo que ella le mire —¿Y si le forcé? —pregunta con cara de susto. —Dios, preferiría morir —gimotea volviendo a esconder la cara en un cojín pero sin soltar a su amiga.
—Pero si Félix parecía un koala, por dios —Luna se sacude del agarre. —Si no hubierais estado en público habría estado todavía más encima de tí, si es que eso es posible. Y si el resto de comentarios son respecto al mismo tema, vuelvo a darle al play.
Como Joel no abre la boca y solo hace un puchero, Luna vuelve a poner la serie y centra toda su atención en la pantalla. A los minutos murmura un “un momento” sorprendida y busca frenéticamente el mando.
—Joel —chasquea los dedos delante de sus ojos sacándole de su trance. —¿Cómo habías dicho que Félix te había dicho de salir? —cuando Joel la mira sin saber a lo que se refiere, Luna hace un gesto impaciente con la mano. —Ayer.
Frunce el ceño, tratando de recordar.
—¿Que su amiga… estaba mal por algo con su… crush?
—Y la amiga es Alex. ¿Cuántas posibilidades crees que haya de que yo sea el crush? —pregunta con temor.
—Viendo como estuvisteis bailando toda la noche y el casi pico que os disteis al despediros creo que bastantes.
Luna no tarda ni medio parpadeo en ponerse rojísima al recordar esa escena. Coge el cojín más cercano y esconde la cara ahí, rezando para desaparecer. Todavía no tenía muy claro si había girado la cara a propósito o sin querer cuando Alex iba a dejar un beso en su mejilla. Pero la había girado, el beso había acabado en la comisura de su labio y ella con ganas de más.
De repente, Alex se pone muy roja y se deja caer en cuclillas, aún agarrada a la encimera.
—Oye Félix —murmura con una nota de pánico en la voz. —¿Cómo fue que me despedí de Luna ayer? Por favor, dime que lo que ha aparecido en mi cabeza no es cierto y que estoy alucinando.
Félix hace un ruidito con la garganta como pensando y luego contesta. Ojea un manga desapasionadamente.
—Casi la das un pico —lo dice como si fuera algo de todos los días y no fuera importante pero aun así le parece divertido.
El sonido indefinido que Alex deja escapar se parece a un grito estrangulado de angustia.
—Ya no es tan divertido ¿verdad? —continúa Félix impasible mientras pasa las páginas despacio.
Es su forma de continuar enfadado con Alex por haberse reído de él con el tema Joel sin dejar de interactuar con ella. La quiere demasiado y es demasiado importante para él como para aplicarle la ley de hielo.
—Pero… No puso cara rara, ni de desagrado ni nada de eso ¿no? —continúa Alex desesperada.
Félix se traga una risa.
—No lo sé. Me estaba despidiendo de Joel, como comprenderás, ni siquiera tenía los ojos abiertos —se burla Félix.