Para cuando Alex se levanta, Félix ya ha puesto el desayuno en la mesa. No ha tenido corazón para dejarla sola esa noche. Se sientan en los mismos sitios que en la cena, la costumbre a través de los años. Alex le da vueltas a su galleta sin decidirse a comérsela. “Menos mal que no le ha dado por meterla en la leche”, piensa el chico con una mueca. Después de un rato de silencio, Félix se aclara la garganta.
—Estaba pensando que hace mucho que no salimos de fiesta —comienza, como tanteando el terreno. —Y creo que podríamos salir esta noche, y así te da un poco el aire y a lo mejor puedes conocer a alguien… —al no ver reacción alguna en Alex, continúa un poco inseguro —podría decirle a… —carraspea —bueno, ya sabes a quien, si quiere venir y que traiga a su amiga…
—Esta bien —le corta Alex antes de que empiece a divagar. —Lo único que no me termina de convencer es lo de conocer a alguien, pero si que me apetece una copa. O dos o tres.
Félix suspira, aceptando eso. Otras veces ni siquiera había querido salir de la cama, por lo que era un avance. También las otras veces habían sido un rechazo directo. Félix solo espera que esta vez sea mejor que las anteriores. Sacude la cabeza, intentando quitarse los malos pensamientos y coge el móvil para mandar el mensaje oportuno.
Mi amiga esta un poco mal por cosas con su crush y había pensado sacarla de fiesta esta noche
Te apuntas??
Esta bien
Mi amiga también esta un poco rayada por *cosas* y creo que necesita un poco de fiesta
Puedo llevarla, no?
Claro
Sin problema
Cuantos más mejor no??
Con cuatro es suficiente XD
A dónde vamos a ir?
A algún bar de chueca
Todavía no se donde
Cuando sepa te digo
Tu ponte guapo :P
Se arrepiente del último mensaje en cuanto lo manda. Le sube el calor a la cara al ver que lo ha leído y ya no puede borrarlo. No contesta, lo que por una parte le alivia y por otra le pone tremendamente nervioso. Vuelve a leer la conversación, recreándose en los mensajes del otro chico. Suspira y deja el móvil en la mesa.
—¿A dónde quieres que vayamos? —pregunta Félix a la vez que Alex consigue comerse la primera galleta.
—Al bar de siempre, está cerca y es barato.
Félix asiente y coge el móvil para teclear el nombre del sitio. Cree recordar haber llevado allí a su amigo en algún momento. Recibe la confirmación y vuelve a dejar el móvil en la mesa.
—Así no vas a ir —se niega en rotundo Félix cuando ve elegir la ropa a Alex.
La chica vuelve a meter la ropa en el armario y se tira en la cama.
—Elige tú entonces.
A Félix se le ilumina la cara en cuanto escucha a su amiga y enseguida se lanza hacia el armario abierto.
—También puedo elegir ropa para mí ¿verdad? —pregunta emocionado aún sabiendo la respuesta.
—Claro.
Para Alex elige unos pantalones ajustados de polipiel que ya ha visto que causan estragos en demasiada gente. También escoge una blusa de un rojo oscuro lo suficientemente opaca como para que no vaya enseñando hasta el alma. A todo eso le suma un sujetador con unas tiras que se entrecruzan en el pecho y una gargantilla de encaje al más puro estilo victoriano.
—Parece que quieres que vaya a ligar —comenta Alex al ver el conjunto.
—Sé que te gusta verte más atractiva de lo que ya eres y yo solo quiero subirte el ánimo —contesta Félix inocentemente.
Para él elige otra blusa, pero esta, en vez de llevar bastante escote, va cerrada al cuello y deja los hombros al aire. Rebusca un poco más en el armario hasta que da con lo que quiere, unos pantalones de tiro alto, ajustados pero cómodos que ya se ha puesto más de una vez.
Una vez vestidos, Félix se queda unos segundos callado, inquieto.
—Pide.
Alex cree saber lo que quiere.
—Me puedes rizar el pelo y maquillar un poco —pregunta avergonzado.
Alex suspira.
—¿Cuántas veces te he dicho —hace una pausa— que no tienes que avergonzarte de pedir esas cosas?
Félix le regala una sonrisa pequeñita que hace que sus ojos brillen.
—Ven aquí, siéntate.
Le delinea los ojos con marrón chocolate y negro, dándole una profundidad y magnetismo demasiado atrayente. Cuando coge el iluminador Félix se emociona, y con ello Alex decide que le va a poner más de lo que pensaba. Le echa en los labios una tinta de un rojo pálido y encima un gloss que sabe que va a durar poco. En cuanto termina con él, Alex aprovecha que la ha hecho vestirse con lo que el chico ha decidido para hacerse un maquillaje más potente que los días de diario. También se atusa un poco el pelo con la plancha para que parezca más esponjoso y ordenado en su desorden. Decide que los piercings que lleva no pegan ni con cola. Hace tiempo se compró un pendiente bastante peculiar, y es el momento de estrenarlo. En el centro de la barra del industrial está el símbolo femenino y desde uno de los extremos cuelga una cadena que se une con una bolita violeta, que se pone en el agujero que la hicieron de pequeña. En la otra oreja se pone una pequeña estrella en cada uno de los tres agujeros que tiene, pensando en no ser demasiado llamativa.
Salen con el tiempo contado para no llegar demasiado pronto pero tampoco justos. Les esperan cerca de la puerta del bar, a la luz de la farola en la que se han apoyado.
—Dice que ya están llegando —avisa Félix mirando el móvil. Alza la mirada. —¡Ah! Ahí están.
—Eee, ¿Félix? Te tienes que estar equivocando —Alex se tensa en su sitio y agarra el brazo de su amigo buscando estabilidad. —Son mi amiga y su novio —la voz de Alex parece a punto de romperse, tan tensa como la cuerda de un arco.
No puede ser que la pareja de Luna sea el chico que le gusta a Félix. Un segundo después de hablar se arrepiente de haberlo hecho. Lo último que siempre ha querido es hacer daño, de cualquier manera, a su mejor amigo.
Luna y el amigo de Félix caminan del brazo, hablando animadamente. Están demasiado cómodos con el contacto físico como para pensar que pueden ser otra cosa aparte de pareja.
Félix la mira como si le pasase algo en la cabeza. Tiene que alzar un poco los ojos, lo que les resulta extraño a ambos. Alex casi nunca se pone tacones, aunque se mueva con total naturalidad con ellos.
—Pero que dices muchacha, te ha afectado el tinte —la mira como si de verdad se hubiese vuelto loca—, si Joel es casi incluso más gay que yo.
Alex se gira tan rápido que casi se cae de sus tacones. Le sale un "qué" ahogado que ni siquiera busca respuesta. Se queda ahí, sin saber cómo reaccionar a toda la información que ha entrado de golpe en su cabeza. El chico que va colgado del brazo de Luna no es su novio. Y es gay. Y es el chico que le gusta a Félix. Siente que tiene que separarlo por puntos para procesarlo porque si no le va a dar algo.
—Precisamente tengo esperanzas con él por eso, si fuera hetero ya me habría rendido hace mucho —continua Félix ajeno al caos en la cabeza de su amiga.
—Hola —saluda Joel cuando entran en el charco de luz. —Ella es Luna, mi amiga de la infancia.
—Joel… —Luna tira de la manga del chico para llamar su atención. —Ella es Alex… la chica de la que te he hablado.
—Yo soy Félix —resuelve la tensión el chico —encantado de conocerte.
—Joel —se presenta ante Alex —Félix me ha hablado de ti.
El mencionado aprovecha que su amigo está mirando a la otra chica para darle un tremendo repaso. Lleva unos pantalones vaqueros oscuros que le quedan demasiado bien y la camiseta blanca con cuello en pico que se ve a través del abrigo se ajusta exactamente donde se tiene que ajustar. Félix tiene que tragar saliva porque de repente siente la boca con el desierto del Sahara. Luna por su parte se encuentra un poco igual al ver a Alex. La curva de sus caderas, la blusa sugerente, las cintas cruzadas sobre su pecho, los labios perfectamente pintados y el pelo que parece más suave que de costumbre hace que, como mínimo, quiera acercarse demasiado a ella. Joel, que parece el menos afectado, se aclara la garganta y propone entrar al bar. Félix tira de Alex un segundo para que se queden un poco rezagados y le habla al oído.
—Siempre han dicho que tenemos gustos similares —comenta con diversión. —Entiendo perfectamente por que te gusta al menos físicamente, se parece bastante a Joel.
Y luego se aleja riéndose y se cuelga del brazo libre de su amigo.
Se acercan a la barra y piden las bebidas. Es el momento en el que Alex se permite recrearse en la apariencia de Luna. No tiene demasiadas curvas, pero aun así le roba el aliento cada vez que pasa cerca de ella. Lleva una camiseta ajustada y unos vaqueros que ya ha visto muchas otras veces, y aun así no se fijaría en nadie más del bar. Del pelo solo se ha recogido los mechones que podrían caerle por la frente. Se fija en que también parece haberse cambiado los pendientes, que brillan cuando les da la luz de los focos, haciendo que parezca que lleva pequeños diamantes de colores. Como viene siendo costumbre en ella, solo lleva máscara de pestañas. Y Alex da gracias internamente a que no se haga nada más, ya sea en los labios o en los ojos, porque de verdad que le pondría muy difícil concentrarse en algo más.
En cuanto les sirven los chupitos, Luna coge el suyo y se lo bebe de golpe. Luego esboza una sonrisa que Alex no sabe ubicar y coge su mano. Entrelaza los dedos y tira de ella hacia la pista de baile. Alex se queda petrificada. Consigue que su cerebro vuelva a funcionar lo justo para coger su vasito y bebérselo de un trago. Lo deja sobre la barra y deja que Luna la guíe hacia la pista.
Joel primero se moja los labios con la bebida. Hace bastante que no toma alcohol y la verdad es que pasa totalmente de hacer el ridículo atragantándose delante de Félix. Este no duda ni un segundo en beber, quedándose la mitad del gloss en el vaso. Se relame los labios y ahora el brillo que queda es únicamente el de la saliva mezclada con el alcohol. Joel aparta la vista en cuanto su cabeza decide que es buena idea ponerse a pensar cosas que deberían estar censuradas. Imita a su amigo y deja el vaso vacío en la barra.
—Vamos a bailar —Félix se agarra a los costados de la camiseta de Joel para ponerse de puntillas y hablarle al oído. Las converse que lleva puestas no hacen nada para cambiar la diferencia de altura que hay entre ellos. A él le encanta pero hay veces que es más un inconveniente que otra cosa.
Joel siente el aliento en el cuello. Se le pone la piel de gallina y asiente sin pensar, como si al estar Félix tan cerca le hubiese lanzado un hechizo.
Cuando van hacia la pista, buscan a Alex y Luna y se ponen cerca de ellas pero sin molestar.
Están bailando muy juntas pero solo es de vez en cuando que sus brazos, sus manos o sus piernas se rozan. Parecen disfrutarlo, parecen buscarlo pero no lo fuerzan. Los ojos de Alex están fijos en los de Luna y los de esta viajan de los ojos a los labios de su amiga. Se recrean en las curvas, en la forma del arco de cupido que Alex ha resaltado con el pintalabios. La vuelve loca cómo se mueven cuando sonríe o cuando canta en un suspiro los estribillos de las canciones que se sabe.
Alex todavía no termina de procesar que Luna no tenga pareja. Y el hecho de que esté bailando tan sumamente cerca de ella no la deja pensar mucho. Decide que le pueden dar por saco a su cabeza cuando su amiga se acerca lo suficiente a su cara como para besarla si se moviese dos milímetros. Los labios de Luna se curvan en una sonrisa cuando Alex suspira. Se lame un poco los labios, intentando volver a sus sentidos. No lo consigue demasiado. El calor del cuerpo de Luna traspasa su blusa y la hace querer tocarla.
Cuando consigue despegar los ojos de Luna, ve que sus amigos están bailando cerca de ellas. Se encuentran tan pegados que no cree que corra el aire entre ellos. Eso parece confirmarle lo que Félix ha dicho antes de que el otro chico no está con Luna.
La mano de Joel está en la espalda baja de Félix y las manos de este paseándose por los hombros y el cuello del otro chico. Los dedos de Joel juegan con la tela del pantalón, nervioso. Le cosquillea la piel allí donde Félix le toca y parece recrearse especialmente donde está su piel desnuda. Joel trata de seguir los movimientos de Félix y no parecer demasiado torpe. Los nervios le van a acabar jugando una mala pasada. Félix suele ser muy pegajoso pero esto ya es demasiado para su pobre corazón.
Alex siente la mano de Luna en la cadera y vuelve la vista hacia ella. Inspira hondo y alza la mano hasta ponerla sobre su hombro. La otra la pone en su cuello y siente el pulso de Luna en la punta de los dedos. Agradece demasiado que la música esté tan alta que su compañera no pueda escuchar el estruendo que hace su corazón en sus oídos. Las luces de colores se enredan en los rizos de Luna y se reflejan de una forma magnífica en su piel. Alex se siente como un conejillo deslumbrado por los faros de un coche. “Necesito otra copa”, piensa. Pero no hace ni el más mínimo movimiento para separarse de Luna.
—¿Me acompañas a por otra bebida? —pregunta Félix volviendo a ponerse de puntillas y tirando de la camiseta de Joel.
Joel asiente y le abre camino a Félix hasta la barra. Félix se sube a una de las banquetas altas para quedar a la misma altura.
—¿Compartimos? Creo que no me apetece una entera —le pregunta Joel al oído.
A Félix se le ponen los pelos de la nuca de punta al sentir el golpe de aire caliente en su oreja. Traga saliva y asiente.
—Claro.
Joel pide y esperan a que les sirvan. Bebe él primero y Félix se deleita viéndole. Se alejan de la barra y se apoyan en una de las paredes desde donde pueden ver a sus amigas bailar. Félix coge la copa de las manos de Joel y le da un trago. Luego se la devuelve. Sus dedos se tocan y a punto está el vaso de caerse.
—Van acabar juntas —las señala Félix con la barbilla.
Joel sonríe de medio lado y asiente, totalmente conforme.
—Se nota que se atraen y se cuidan mucho. Me gusta la pareja que hacen.
Justo después de que Joel le de un trago, Félix le coge el vaso y le imita.
—¿Volvemos a bailar? —pregunta Félix ladeando la cabeza y con una sonrisita sugerente.
Se separa de la pared y se retira el pelo de la frente. Tiene las mejillas sonrojadas por el calor y los ojos ligeramente brillantes. Su sonrisa se amplía un poco cuando Joel se le queda mirando. Este se termina de un trago lo que quedaba en el vaso y lo deja sobre una mesa que está cerca. Alcanza con la otra mano la cintura de Félix y lo atrae hacia él. Félix pone cara de sorpresa cuando se choca contra el pecho de Joel. Aspira y sus pulmones se llenan de su olor. Se agarra a su camiseta cuando siente sus piernas flaquear. Joel le pega contra la pared y le encierra entre sus brazos. Félix tiene que tragar para que no se le haga la boca agua.
—No me tientes tanto, por favor.
Félix le da una mirada inocente con una sonrisa de medio lado.
—No estoy haciendo nada.
Más que escucharle, Joel le lee los labios. Y le parece lo más sensual y atractivo.
—Necesito besarte —Joel no es capaz de quitar los ojos de los labios de Félix.
—No se qué te lo impide —las palabras le llegan como un susurro pero vibran por todo su cuerpo como si Félix las hubiera gritado.
Joel quita las manos de la pared y coge el rostro de Félix con una brusquedad que les sorprende a ambos. En contraste, el primer beso que deja en los labios de su amigo es suave y dulce, un poco temeroso de que le vaya a rechazar. Félix se siente derretir entre sus brazos. Pero tampoco se deja hacer y en seguida rodea su cintura para atraer a Joel hacia sí. Una de las manos de Joel se mueve hasta la nuca de Félix y al chico casi se le ponen los ojos en blanco. Cuando Joel vuelve a besarle, Félix le devuelve el beso con ganas. Ninguno de los dos pretende siquiera mantener el beso tranquilo. Las manos de Félix enseguida vuelan hacia el cuello y hombros de Joel, disfrutando de algo tan simple como acariciarle. Joel en cambio, lleva una de las manos a la cintura de Félix impidiendo que se aleje lo más mínimo.
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