—Joel —le llama Félix para que deje de mirar los libros de psicología que necesita para clase y le preste atención a él. —Estaba pensando que Alex y Luna nos han ayudado mucho, así que podríamos hacer algo.
—¿Como qué? —pregunta sin dejar de leer los títulos de los libros.
—Pues no sé —dice haciendo un puchero, —tanto no había pensado.
—Hoy hemos quedado con ellas, ¿no? —se acerca y le susurra a Félix al oído. —¿Qué piensas? Luna me va a odiar pero no se va a negar —ríe.
—Y es probable que ni siquiera tengamos que proponerlo nosotros. Alex es muy ella y se le ocurren cosas de esas. Pero me da un poco de miedo lo que se le pueda ocurrir.
—Bueno, ya se verá en el momento, no creo que sean demasiado crueles. En el fondo nos quieren —Joel vuelve a reír, pasa un brazo por los hombros de Félix y lo acerca a su cuerpo.
El chico apoya la cabeza en el pecho de su novio y este deja un beso en su coronilla. Coge el par de libros que tenía que comprar y se dirigen a la caja.
—¿Tú tenías que comprar algo?
Félix sacude la cabeza con una pequeña sonrisa.
—¿Aprovechamos que estamos fuera para comprar el alcohol y la cena o cuando tengamos que ir a casa de Alex salimos un poco antes?
—Si supieras las ganas que tengo de besarte no estarías diciendo de seguir fuera de casa —murmura Joel.
Félix se relame y luego esboza una sonrisa que a Joel le pone la piel de gallina.
—Podías decir simplemente que querías ir a casa —ronronea.
—Quien diga que yo soy el pervertido es que no te conoce —suspira Joel negando con la cabeza.
—Eso es mentira y lo sabes —se ríe su novio. —Yo solo lo exteriorizo. Tú te lo guardas todo —para un segundo como si se le hubiese ocurrido la idea del siglo. Luego, se extiende por sus labios una sonrisa que de inocente no tiene nada. —Y ya sé cómo hacerte decirlo.
—No quiero saberlo —Joel tira de Félix para que empiece a andar y se mantenga a su lado—, vamos a casa, pervertido.
—Lo que ordenes, bombón —contesta rodeando su cintura con un brazo.
Poco antes de la hora de la cena, tocan el timbre de la casa de Alex.
—Ya era hora, chavales. Si no fuera porque traéis todo habríamos empezado sin vosotros.
—¿Qué estabais haciendo para llegar tan tarde? —Luna mira fijamente a Joel con una sonrisa torcida.
El chico se pone rojísimo y tartamudea algo incomprensible.
—Se nos ha ido la hora comprando —resuelve rápidamente Félix.
Cuando pasa veloz entre las dos chicas, estas se fijan en que tiene las orejas completamente rojas y comparten una mirada divertida. Siguen a Félix a la cocina y Alex va a curiosear en las bolsas en cuanto las deja encima de la mesa. Luna se asoma por encima de su hombro y Alex se traga un suspiro cuando siente el calor de su mano en la cintura.
—Dejad de cotillear y meted el alcohol en la nevera. Como no empecemos a cenar pronto las pizzas se van a enfriar.
—No somos nosotras las que hemos llegado tarde —le saca la lengua Alex.
—Ni simis nisitris lis qui himis lliguidi tirdi —repite Félix y luego hace una pedorreta en dirección a su amiga.
Alex le da una colleja floja y cuando el chico se vuelve hacia ella, se esconde detrás de Luna riéndose.
—Joeeel —lloriquea Félix yendo a por su novio— Alex se esta burlando de mí —en cuanto llega a él, hace un puchero y le abraza.
—Cielo, creo que eras tú el que se estaba metiendo con ella —se ríe a la vez que le acaricia el pelo.
—¡¡Paso!! —grita Luna para atravesar por en medio de los dos chicos y llevar las pizzas al salón.
—Totalmente de acuerdo —la secunda Alex. —Vosotros dos separaditos. Suficientes mimos os habéis dado antes de venir. No queremos un espectáculo +18.
—Como si a ti te fuera a dar un espectáculo de esos gratis. Já. Solo se lo daría a Joel.
—Mira, Joel, aprovecha —se burla Luna riéndose a carcajadas.
El chico se pone como un tomate y no es capaz de defenderse. Su cabeza se ha quedado tan en blanco que ni siquiera puede imaginar lo que Félix está insinuando.
En cuanto pone las cajas de pizza encima de la mesa baja, Luna se deja caer sobre el sillón. Alex lleva los vasos y Félix la sigue con los refrescos. Cuando este se va a sentar al lado de Joel, su amiga le chista y hace un gesto con el dedo para que se mueva.
—Porfaaa, prometo no hacer nada, solo sentarnos juntos. Como mucho recostarme encima suya. Te juro que nada de besos ni caricias raras —junta las manos y le pone ojitos.
—¿Cómo que caricias raras? Ahora sí que no.
—Oh, venga ya, ni que fueras mi madre —se queja y se cruza de brazos como un niño pequeño.
Durante toda la conversación, Luna se está riendo a carcajadas y casi se cae del sofá un par de veces.
—Déjale. Cualquier avance que piense hacer Joel lo parará porque si no se muere de la vergüenza. Cuando les tendrás que separar será cuando lleve un par o tres de chupitos encima.
Félix se lanza contra ella y deja un sonoro y exagerado beso en su mejilla.
—¡Gracias!
—Ten cuidado, que Joel es muy celoso —Luna le lanza una sonrisa entre maliciosa y divertida a su amigo y este tuerce el gesto. Nunca le ha gustado esa parte de sí mismo.
Félix se vuelve hacia el chico, todavía sentado encima de Luna. Le mira unos segundos con una mirada completamente enamorada. Se levanta, se sienta pegado a Joel y pasa sus piernas por encima de las del otro. Luego le coge la cara con ambas manos y le planta un beso que le deja sin respiración. Alex se lleva dos dedos a la boca y hace el gesto de vomitar. Luna suelta una carcajada.
—Ponemos algo que les corte el rollo ¿no? —le susurra Alex a Luna con una sonrisa de medio lado.
La chica se inclina sobre el reposabrazos y le hace un gesto con la mano para que se acerque. Alex pone la oreja y su amiga le susurra el título de una película. El choque de aire caliente le eriza todos los pelos de la nuca. Luna tiene que contener un suspiro cuando le llega el olor suave de Alex a la nariz. La chica se separa con una sonrisa de diablillo en los labios y pone la película que ha dicho Luna.
—Dios Alex, qué tenemos, ¿tres años? —se queja Félix separándose al momento de Joel.
—Si no quieres verlo puedes irte, nadie te retiene.
—¿Qué? Sí, hombre. Perderse Shrek es sacrilegio.
Se incorpora para coger un trozo de pizza y le pasa otro a Joel, que le agradece con un beso en la mejilla.
—Ugh, cómo podéis ser tan cursis.
—Qué quisquillosa. Solo lo dices porque tu no puedes liarte y estar así conmpf.
Joel le tapa la boca y le pega contra su pecho.
—Pollito, come y calla.
Félix hace un puchero y luego lame la palma de Joel, en un intento de que quite la mano.
—Sabes que eso no me afecta —le susurra al oído y cuando le nota estremecerse le libera.
—Oye, de poco ha servido. Tu amigo está desmadrao ¿eh?
—A lo mejor es que tu amigo le tienta demasiado —la saca la lengua Luna, divertida. —Le voy a tener que prohibir quedar con él, es muy mala influencia.
—Habéis puesto la peli para que la veamos ¿no? —las chista Félix. —Dejad de cuchichear que no se escucha.
—Malibú y Ron miel —comenta Alex apareciendo con una botella en cada mano por la puerta del salón. —Empezamos con el Malibú, ¿no? ¿Y si jugamos a yo nunca o algo así?
Félix le da un ligero codazo a Joel y le lanza una mirada que es un “te lo dije” sin palabras.
Luna arruga la nariz, no del todo conforme con el juego propuesto.
Alex deja las botellas encima de la mesita y luego se va a por los cuatro vasos de chupito que había metido en el congelador.
—Yo primera —dice Alex mientras se sirve.
Deja la botella encima de la mesa y se da unos golpecitos en el labio inferior, pensando. Los demás se turnan para llenar sus copas.
—Yo nunca… mmm… yo nunca he salido de España.
Joel y Luna se llevan el vaso a los labios y lo vacían.
—¿De verdad? ¿A dónde? —pregunta Félix con los ojos muy abiertos.
—Roma, el viaje de fin de curso del bachillerato.
—Ese que nosotros no hicimos porque no nos llevábamos con nadie del curso, Félix.
El chico hace una cara extraña.
—¡Mi turno! —grita enseguida. —Yo nunca… he fingido estar enfermo para saltarme clases.
A Alex se le atraganta una risa que hace derramar unas gotas de alcohol a Luna. En cuanto termina de llenarlo, le pasa la botella a Joel y levanta el vaso como si estuviese brindando. Se lo lleva a los labios y lo vacía hasta la última gota. Joel se ríe y la imita. Alex tarda unos segundos más, como haciendo memoria.
—¿Seguimos con las cosas del instituto? —pregunta Joel. —Yo nunca he hecho nada para que me pongan un parte.
Alex y Luna se llevan el vaso a los labios a la vez.
—Por liarme con una compañera en un recreo. Nuestro instituto era un poco conservador, ¿verdad?
Félix asiente con cara de exasperación. Luego mira a Luna, esperando por su explicación.
—Por preguntar una cosa en clase. Me mandaron a dirección, pero le caía bien a la jefa de estudios y cuando le explique lo que había pasado me preguntó que si el profesor me tenía manía. No me puso el parte.
Félix se empieza a reír descontroladamente, tirándose hacia atrás y ocupando todo el sillón.
—Yo nunca… —empieza cuando Félix se ha calmado un poco y se ha incorporado. Todavía está soltando risitas por lo bajo cuando Luna frunce los labios, intentando que se le ocurra algo. —Yo nunca he contestado mal a un profesor —se encoge de hombros y hace una mueca, no del todo conforme con lo único que se le ha ocurrido.
Con una risilla similar a la de Pulgoso de Los autos locos, Félix se lleva el vaso a los labios.
—Fue sublime —apunta Alex.
—Oh dios, mi novio era un macarra.
—En mi defensa diré —empieza, intentando sonar solemne. No lo consigue porque se le siguen escapando risillas al recordar la situación, —en mi defensa diré que se lo merecía. Era un profesor malísimo que se metía con nuestros compañeros y compañeras y a mí me decía todos los días que le parecía muy maricón y que tenía que hacer algo para arreglarlo. Al final le conteste —se encoge de hombros con una sonrisita satisfecha.
Joel le mira con adoración y en el suspiro que se le escapa parece gritar te amo.
—Yo nunca he tenido un crush con alguien que no conozco —salta Alex casi en cuanto Félix termina de hablar.
Félix la saca la lengua y bebe a la vez que su novio. Se miran y Joel se pone colorado casi al instante.
—¿¡Te molé desde el principio!? —exclama con tanto énfasis que se pone de rodillas sobre el sillón.
—Desde que te vi en la cafetería completamente frustrado porque no entendías algo de lo que tenías que estudiar —murmura completamente avergonzado.
—En el fondo eres un romántico, Joel —se mete con él Alex.
Luna se ríe y asiente, totalmente consciente de todo ello. Fue la primera en saber, incluso cuando su amigo todavía no se había acercado a ese chico que tanto le llamaba la atención.
—Yo nunca me he liado con una chica —dice Félix mientras llena su vaso.
—¡¡Mentiroso!! —grita Alex.
Félix esboza una sonrisa de diablillo.
—Salió del armario un par de años después. Es un chico trans. Por algo me llamaba la atención, era un chico.
Alex chasquea la lengua y bebe junto con Luna.
—Yo nunca… he salido del armario con mi familia.
El resto se lleva el vaso a los labios. Se hace un silencio extraño en el que cada uno parece estar sumido en sus recuerdos.
—¿Cuando terminemos esta botella pasamos a verdad o reto? —rompe la tensión Alex.
Luna suelta un quejido de protesta. Félix parece iluminarse según va escuchando a su amiga.
—También podemos empezar ya —propone Félix con una sonrisa enorme.
Joel le coge de la cintura y le acerca a su cuerpo mientras Luna hace pucheros por el juego propuesto.
—Si te emocionas tanto Alex va a acabar sospechando que tramas algo —le susurra al oído.
—Mírala. ¿De qué se va a dar cuenta si no tiene ojos para nada más que tu amiga?
Joel le observa un segundo y luego desvía la mirada hasta las chicas. Luna tiene una sonrisa pequeña, de las más sinceras que pone cuando está con gente a la que quiere, y Alex la mira como quien contempla a una diosa que ha bajado a bendecir toda tu existencia.
—De todas formas, no las hagas confesarse. Abrazos y besos bien, abrazos mejor que besos —puntualiza— pero no las obligues. Si ellas sacan el tema no podemos hacer nada, pero no lo hagas tú. Luna puede cerrarse en banda y entonces las dos sufrirán.
—La conoces muy bien.
—Bueno, sería muy mal amigo si no la conociese ¿no? Llevo con ella desde parvulitos.
Félix sonríe, totalmente enamorado de esa parte de su novio y deja un beso suave sobre sus labios antes de separarse de él.
—Alex —grita— verdad o reto.
—¿¡Qué!? No, no, le toca a Luna.
—Puede empezar Félix, ¿eh? Yo no tengo ningún problema —se defiende enseguida la aludida.
—Aleeex —canturrea Félix con una sonrisa que no augura nada bueno.
—Reto —suspira.
—Ponte la lencería más sexy que tengas.
Luna se atraganta y siente su corazón a mil. Se lleva la mano a la cara, intentando tapar lo máximo posible y que no se note el sonrojo que ha subido a su rostro.
—No estoy lo suficiente borracha para eso —contesta aparentemente impasible mientras llena su vaso con el contenido de la otra botella. Se lo bebe de un trago y le da la vuelta al vaso —Siguiente.
Félix chasquea la lengua y hace un puchero.
—Joel, te toca.
—¿Y por qué no mejor para que sea aleatorio la elección se hace girando una botella?
Su novio se encoge de hombros y Luna asiente.
—Bueno —accede Alex pasándole la botella vacía.
Joel la hace girar. Félix.
—Verdad o reto.
—Reto.
—Ponte una camiseta y unos pantalones cortos de Alex.
—Pfff ¿y eso es un reto? Si quieres me puedo poner hasta un tanga de encaje.
—¡Oye! Mi ropa vale, pero mi ropa interior no, que me la das de sí.
Joel se sonroja, intentando con todas sus ganas no imaginar nada. Félix se incorpora y, antes de levantarse del todo, se acerca a Joel y le susurra al oído.
—Si quieres un día podemos ir a comprar… ciertas cosas —propone con voz sugerente y melosa.
Se levanta moviendo las caderas y Joel tiene que agarrarse al sofá para no perseguirle. A los minutos aparece Félix por la puerta del salón con unos pantalones tan cortos que casi se le ve el bóxer y un crop top teñido a mano con la bandera lesbiana en colores pastel.
—Jodío, que le quedan los pantalones mejor que a mí —murmura Alex.
Joel traga saliva y lo primero que piensa es que ha sido una mala idea ese reto.
—No te termina de pegar esa bandera —comenta Luna con una sonrisa de medio lado.
—¿Verdad? Pero era lo más gay que he encontrado —contesta Félix divertido.
Mira a su novio, que se tapa la cara pero no le quita los ojos de encima.
—Perdona pero te recuerdo que todo lo mío es muy gay —Alex le saca la lengua, fingiendo estar ofendidísima.
—Creo que puedes quitarte eso ya, antes de que a tu novio le dé un cortocircuito o un síncope por falta de sangre en el cerebro —Luna se lo está pasando pipa con las reacciones de su mejor amigo.
Félix parece tardar un par de latidos en darse cuenta de a que se está refiriendo la chica. Vuelve a fijarse en Joel. Está rojo hasta las orejas. Baja la vista y ve que en el regazo ha colocado un cojín que mantiene apretado hacia abajo. Siente su cara ponerse muy caliente y tartamudea antes de salir disparado a la habitación de su amiga para cambiarse de nuevo.
En lo que vuelve el chico, Luna hace girar la botella. Joel.
—Verdad o reto.
—Verdad.
Luna frunce los labios. Lo conoce demasiado y conoce demasiado poco a Félix como para saber qué puede querer saber él.
—Planes de futuro —el tono de Luna es ligeramente desafiante y Joel sabe por qué.
No quiere que beba. Pero si habla demasiado también puede cagarla. Si dice más de lo que Félix está dispuesto a dar ahí se puede acabar todo. También puede asustarle si cuenta los planes a más largo plazo. Se muerde el labio y suspira.
—Encontrar una casa que le guste a Félix y mudarme allí con él. Terminar la uni y conseguir trabajo como psicólogo, a ser posible en temas LGTB. Compartir todos mis logros con Félix y con vosotras. Celebrar los suyos también. Y los vuestros, claro —aclara apurado. —Y… —duda en continuar hablando, temiendo que sea demasiado. —Y si Félix quiere, casarme con él algún día.
Su novio le mira con la boca abierta. Antes de que Joel pueda pensar siquiera que la ha cagado, este se lanza contra él y le da un beso que no se esperaba.
Alex gira la botella. A Joel se le tensa la expresión cuando se acerca lentamente la boca de la botella en su dirección hasta que pasa y para señalando a Félix. Alex esboza una sonrisita de diablillo que hace tragar a su amigo.
—Verdad —vocaliza antes de que Alex pregunte.
—¿Qué piensas de Joel?
—¿No es obvio? Le quiero, es mi novio.
Alex alza una ceja y Félix sabe que quiere la respuesta extensa. Que le cuente la respuesta extensa a Joel. Pero se niega a hacerlo exactamente como ella quiere por lo que baja la vista. Siente las orejas demasiado calientes.
—Lo primero que me llamó la atención fue su físico, esa piel morena tan cálida y que era tan alto y esos brazos… Siempre pensé que sus abrazos se debían de sentir realmente bien. Y sus facciones son bonitas, ni demasiado suaves ni demasiado duras. Y luego que su personalidad como que no termina de concordar con su cuerpo porque es muy atento y muy dulce y trata a todos muy bien y es muy dulce y cuando me ayudó con lo que no entendía su voz era hipnótica, muy suave y lo hizo sin querer nada a cambio —habla sin respirar. —Y es tan decidido cuando quiere algo. Se le mete entre ceja y ceja y no para hasta que lo consigue. Excepto si va a hacer daño a alguien por el camino. Que entonces para y piensa si le renta y si lo puede conseguir de otra manera. Y es muy divertido, siempre me hace reír cuando lo necesito y tiene un aura relajante que hace que la gente confíe en él. Parece que siempre sabe qué decir en el momento justo para que todo se calme y aunque él no quiera tiene un poco de alma de líder y siempre le escuchan todos pero aún así no abusa de ello y tampoco hace que eso se sienta solitario.
Para para coger aire. Cuando vuelve a abrir la boca, Alex le corta.
—Va, no hace falta más, que puedo ver corazoncitos flotando a tu alrededor.
Se queda un segundo en blanco, hasta que se da cuenta de todo lo que ha dicho. En seguida se pone de un rojo brillante y se esconde detrás de un cojín.
Joel se acerca medio gateando por el sofá hasta su novio y lo acerca a su cuerpo al abrazarlo. Félix se hace una bolita alrededor del cojín pero no se resiste.
Joel se incorpora como puede sin soltar a Félix y hace girar la botella. Alex.
—Verdad.
—¿Os ha dado a todos ahora o qué? —se ríe Luna.
Antes de que pueda pensar una pregunta Félix le susurra al oído. Joel frunce el ceño un segundo y en seguida niega con la cabeza.
—No voy a preguntarla eso.
Félix hace un puchero y se apoya de nuevo en el hombro de Joel.
—Lo mismo que le has preguntado a Félix. Qué piensas de la chica que te gusta.
Los colores pálidos del pelo de Alex hacen que el rojo del que se tiñe su cara sea aún más notorio. Pasa un mano por el pelo, en un intento de calmarse que lo deja más desordenado de lo que ya estaba.
—Pues… me gusta mucho la tranquilidad que emana. Hace todo con mucha calma. También me gusta mucho cuando observa algunas cosas porque parece que ve más allá que las personas normales. Siempre huele muy bien y eso suele hacer que quiera abrazarla, aunque intento contenerme porque creo que no le gusta mucho el contacto físico. Sus rizos me gustan más de lo que estoy dispuesta a admitir. Me gusta que parece impasible pero defiende con uñas y dientes lo que le gusta y a quienes quiere —se queda callada un momento, pensando más cosas que decir sin que sea demasiado evidente de quién se trata.
Tiene demasiado miedo de que la rechace porque una cosa es ser amigas y otra ser pareja.
Félix se revuelve, dando por terminado el turno, y hace girar la botella. Luna. Alex la mira alzando una ceja, desafiándola a que elija verdad. Luna chasquea la lengua.
—Reto.
Félix se ilumina.
—Besito —sonríe perverso— a Alex, en los labios. Te dejo que sea un pico.
Luna se queda helada unos segundos eternos, procesando lo que ha escuchado. Luego tropieza al levantarse y casi se cae encima de Alex. Esta la sostiene, pero se resiste a soltarla cuando vuelve a estar estable. Luna traga, sintiendo las manos húmedas y el pulso en la garganta. Escucha tan fuerte su corazón en los oídos que está segura que el resto también puede escucharlo. Nunca había estado tan nerviosa por besar a alguien. Lleva una de las manos a la nuca de Alex y desliza sus dedos entre el pelo corto de la chica. Está más suave de lo que esperaba y se recrea en el tacto un segundo más de lo que debería. Los labios de Alex son suaves y esponjosos y se sienten mucho mejor de lo que había imaginado. Cuando entreabre los labios y Alex corresponde, se acuerda de que su amiga ha dicho que estaba enamorada de una chica y que Félix había dicho un pico. Vuelve a tropezar cuando se separa de ella con prisa y se choca contra el sofá en el que estaba sentada en sus ansias de alejarse de esa tentación que se han convertido esos labios.
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